Entrevista al Dr. Daniel López Rosetti

“El cerebro no distingue una catástrofe real de una imaginaria”

En diálogo con IntraMed el médico y comunicador habló sobre el curso de Medicina del Estrés que dictará en la AMA y de cómo cambió el paradigma en la temática. También se explayó sobre su rol de divulgador y su experiencia en comunicar la pandemia.

Autor/a: Celina Abud

Desde hace 18 años el doctor Daniel López Rosetti dirige y dicta, junto con un prestigioso cuerpo de profesionales, el Curso Universitario de Medicina del Estrés y Psiconeuroinmunoendocrinología Clínica, en la Sede de la Asociación Médica Argentina (AMA) y co-organizado por la Sociedad Argentina de Medicina del Estrés y la Universidad Maimónides. El objetivo de las clases, que arrancan el 14 de abril y se extienden hasta noviembre es, “bajar a tierra los conocimientos médicos sobre el estrés y brindar herramientas que puedan ser empleadas en la vida diaria”, así como también homologar terminología al entender al estrés como sufrimiento.
 


“Si yo atiendo a un paciente con una arritmia, el cuadro lo tiene el paciente. Pero el dolor y el sufrimiento nos toca a todos. Por eso digo que en Medicina del Estrés, ‘los otros somos nosotros’”, indicó López Rosetti, quien también se encarga de transmitir esta premisa a los concurrentes que pasan por el servicio de Medicina del Estrés del Hospital Municipal de San Isidro, del cual es jefe.

En palabras del especialista, el abordaje del estrés o del sufrimiento debe hacerse en base de tres columnas: en términos médicos, psicológicos y filosóficos, “y a mi juicio la filosofía es la frontera final para vivir lo mejor posible”, dijo. 

Convencido de que se deben ganar competencias para hacerse entender, porque “para los médicos, hablar difícil es fácil, pero hablar fácil es el desafío”, López Rosetti  habló con IntraMed sobre la responsabilidad que asumió como docente y también como comunicador médico en los medios, a los que llegó casi de casualidad; la experiencia durante la pandemia y su área de trabajo. Aquí, algunos extractos, en palabras del profesional.

Concepto médico del estrés / Curso de Medicina del Estrés y PNIE. Este curso se realiza en la AMA desde hace 18 años, pero hace 30 años que trabajamos en él. Con el tiempo los paradigmas cambian. Cuando éramos estudiantes, se hablaba de “síndrome de adaptación” (GAS, por sus siglas en inglés). Pero el mismo Hans Selye dejó de usar el término GAS gracias a los estudiantes de física que vivían en la misma pensión y que ya empleaban el término estrés. Lo lindo que tiene el nombre “síndrome general de adaptación” es que si nos adaptamos (que no significa doblegarse a las circunstancias, sino seguir trabajando con la aceptación de mis posibilidades reales), el estrés disminuye.

Treinta años atrás,  la palabra estrés casi no existía en artículos científicos, aunque sí existía la palabra ansiedad. De a poco fue ingresando y se reemplazó una con la otra, pero eso no es correcto, porque son dos cosas distintas no mutuamente excluyentes. El estrés es mucho más que ansiedad, aunque puede tener como consecuencia un cuadro de ansiedad.

Hoy el estrés crónico, el sufrimiento crónico, es un estado de inflamación crónica de bajo grado que condiciona un sinnúmero de condiciones

El curso muestra el modelo del estrés como tangencial, que cruza de forma completa y transversal el modelo de la psiconeuroinmunoendocrinología llevado a la clínica. Nuestro objetivo es homologar terminología y abordajes prácticos. Entendemos que la palabra “sufrimiento” expresa mucho mejor el síndrome del estrés hoy en comparación al viejo paradigma, porque en la actualidad sería incompleto decir que es una activación mental y física para ponernos en acción o huida.

Hoy el estrés crónico, el sufrimiento crónico, es un estado de inflamación crónica de bajo grado que condiciona un sinnúmero de condiciones, como la ruptura de una placa de ateroma y otros eventos cardiovasculares explicables con los factores psicosociales, porque hasta tanto un evento cardiovascular se produzca, las personas con estrés sufren.

Entonces, cuando nosotros hablamos de “estrés”, vamos a estar hablando en su sentido negativo y en su sentido crónico. La homologación es “sufrimiento”. Por más mediciones que podamos hacer, si usted está sufriendo eso es estrés. Tomamos la frase de Siddharta Gautama, el Buda, que dice “el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es optativo” ¿Qué quiere decir? Que podemos hacer cosas para que no se consolide una situación aguda de dolor. Y ese sufrimiento es lo que entendemos por estrés crónico. Incluso nos gusta decir casi metafóricamente que el endotelio vascular es la interfase molecular donde el sufrimiento humano se hace carne.

En síntesis, lo que hacemos en el curso de la AMA es bajar a tierra conceptos y dar herramientas prácticas para el abordaje del sufrimiento. También, transmitir la importancia de la comprensión del modelo PNIE y que, transversalmente el fenómeno es el sufrimiento humano. Su modalidad es viernes y sábado en forma híbrida (presencial y virtual, también queda en el aula virtual de la AMA). Contamos con un cuerpo de doce docentes, entre los que se hallan profesionales como los doctores Carlos Tajer y Pedro Forcada, entre otros.

El trabajo hospitalario en Medicina del Estrés. En nuestro servicio del Hospital Municipal de San Isidro también bajamos el concepto de estrés a la práctica cotidiana y brindamos herramientas para que los pacientes mejoren. Notamos que muchas consultas por diferentes cuadros, como por ejemplo diarrea o gastritis, terminan con el consejo “y controle el estrés”. Por supuesto se van a hacer diagnósticos para comprobar las causas, pero tras el tratamiento, la recomendación siempre está. Todos los años, por el servicio pasan unos 12 concurrentes (entre médicos y psicólogos) a los que les decimos que en nuestra área “los otros somos nosotros”. Porque si como cardiólogo yo atiendo un individuo con una arritmia, la arritmia la tiene el paciente, pero el dolor y el sufrimiento nos toca a todos. Eso nos genera empatía, nos da una paridad, y ponernos en el lugar del paciente nos da grandes satisfacciones, nos hace aprender. Nos llegan personas derivadas de servicios de oncología, otros hospitales, CAPS y también atendemos demanda espontánea.

En concreto, realizamos una fase diagnóstica y una terapéutica y damos un “manual del usuario de autoconocimiento” que se trabajan en los talleres. A modo metafórico, prescribimos una receta, pero decimos que esa receta no se expande en la farmacia de la esquina. Incluye:

• Saber decir que no (y comentamos cómo decir que no y por qué, cómo diferir una respuesta)

• Pensamientos distorsionados.

•Vivir el momento presente.

•Nutrición y estrés.

•Actividad física y estrés.

•Filosofía (frontera final de la receta), por ejemplo tomamos del estoicismo la dicotomía del control para que el paciente sepa diferenciar qué puede controlar y que no, un hecho no menor en una sociedad complicada, con estrés psicosocial.

Meditación, como parte del tratamiento. Todas nuestras unidades de trabajo llamadas Programa de Manejo del estrés (PROMES) terminan con entre 10 y 12 minutos de meditación.

Después seguimos a los pacientes por WhatsApp para lograr adherencia al tratamiento y recomendamos una “dosis” de 5 minutos tres veces por día. También les decimos que pueden hacer una “meditación sublingual” (una meditación de un minuto) todas las veces que quieran.

Incluso en un PROMES medimos variabilidad cardíaca durante la meditación. Lo hacemos con alguien que nunca meditó, le enseñamos la práctica y vemos los resultados en pantalla. Cuando se ve así, cambia todo. Entra en juego la credibilidad, más si esta recomendación llega desde un hospital público, por parte de profesionales con guardapolvo que empoderan al paciente. Les decimos: “Usted es artífice de su destino, usted tiene cosas para hacer”. Les hacemos llevar un cuaderno con lápiz para que realicen anotaciones, con consignas, por ejemplo la dicotomía del control.

Profesionales de la salud incorporan técnicas de manejo del estrés. Cuando empezamos a trabajar en estrés hace unos 30 años, había médicos que postulaban que el estrés no existía, pero ahora es distinto. De hecho el doctor Martín Duhalde, quien es cirujano y director del Hospital Municipal del San Isidro, eligió como tema del primer ateneo de cirugía de 2022 “Manejo del Estrés y Teoría Polivagal”. Eso fue un cambio enorme. Antes lo que nos enseñaba Paco Maglio, lo de escuchar al paciente, estaba más en el ámbito de la academia. Ahora todos lo comprendemos. La medicina se va a haciendo con el tiempo mucho más integrativa. Sabemos que al dolor se lo sobrelleva mejor si se puede manejar el estrés y eso se aprende.

De hecho, el cerebro no distingue una catástrofe real de una imaginaria. Cuando se internaron tantos hinchas ni bien Inglaterra quedó fuera del mundial, no fue una catástrofe pero sus cerebros lo interpretaron así. La noticia es que al ser un tema de interpretación, la percepción puede ser modificada y hacer nuestro contexto más llevadero, porque la realidad no existe de otra manera que analizada desde nuestros propios procesos psíquicos. Por eso el curso que dictamos en la AMA tiene que ver con psicólogos y médicos, porque somos agentes de salud y es bueno trabajar de modo multidisciplinario. Además, todo aspecto de la medicina que queramos integrar siempre empieza con la palabra PSI, con la mente: psicoendocrinología, psiconeurología y psiconeuroinmunoendocrinología.

Cerebro como órgano social y teoría polivagal. El cerebro es un órgano social. En el sistema para comprender el estrés (sumado al concepto inicial de prepararnos para la lucha y para la huida y la activación del simpático), el advenimiento del sistema polivagal y los estudios de Stephen Porges han sido revolucionarios. Porges hace una explicación muy sustentable por el  valor que le da al nervio vago en términos de input. De esa forma, da una vuelta de tuerca, porque un cerebro aislado en solución fisiológica probablemente no tendría mente. Para la mente hace falta un cuerpo, una integración, una aferencia sensitiva, una noción del yo, una sensación de corporeidad.

Cuando nuestra generación iba a la facultad, el nervio vago parecía ser primariamente eferente. Hoy sabemos que es primariamente aferente, que el 80% de las fibras del nervio vago son inputs que nuestro cerebro necesita para constituir la mente, tanto consciente como inconsciente. Además, no solo pensamos, sino que sabemos que pensamos y ahí ya podemos hablar de una metacognición, donde entra en juego la filosofía. A veces nos decimos que parece mentira que un milímetro de corteza cerebral en el lóbulo prefrontal determina que seamos seres humanos.

Su rol en divulgación y la experiencia de comunicar la pandemia. Llegué a los medios de casualidad, porque atendía a periodistas, que tienen un alto nivel de estrés y una baja facultad de control (ya que tienen deadlines y las cargas superan las resistencias).  Un día me llamaron, porque hablaba fácil y empecé de a poco, Yo siempre digo que hablar difícil es fácil. El desafío para un médico es hablar fácil y escribir entendiblemente las recetas.  

Me gusta comunicar, me ayuda a hablar simple, lo que es un tema central en comunicación médica. Los medios te ayudan a hablar “cortito y al pie”, a redondear. Además en el curso y en el hospital instruimos en oratoria y desenvolvimiento, en comunicar, atención distributiva (mirar a todas las personas del auditorio), caminar, moverse, modulación de voz, usar las manos. Un montón de cosas que de hecho, transmiten emocionalidad.

En cuanto a la pandemia, al inicio del aislamiento domiciliario, cuando todos estábamos muy preocupados, avisé tanto a Radio Mitre como al director de noticias de Telefé, Roberto Mayo, que no iba a ir más, porque era una gran responsabilidad para mí salir del hospital e ir a un estudio. Insistieron pero entendieron. Hasta que un día me llamó Mayo para preguntarme  si podían mandar a un equipo con todas las medidas de bioseguridad para hacer una pequeña nota. Lo hice y al día siguiente me volvieron a llamar. Así se quedaron un año y medio. En todo ese tiempo nunca fui a un set de televisión y si me vieron en pantalla, me vieron en mi casa.

Para comunicar mejor teníamos un grupo de WhatsApp entre varios colegas, en el que nuestro gran maestro era el infectólogo Eduardo López, quien tuvo un rol importantísimo y muy equilibrado durante la pandemia de Covid-19. En esos mensajes estaban nuestros miedos, dudas, nuestro “cómo hacer”, porque llegaba una noticia y en tres horas teníamos que tomar una posición sobre cómo transmitirla sin asustar, pero sí acompañar para generar conducta. También teníamos zooms entre nosotros y yo le hacía a López preguntas de microbiología. El respondía “No te preocupes Dani, porque yo estoy desaprendiendo para volver a aprender”. Entonces si pude llevar bien la comunicación en pandemia es porque la comunicaba como un paciente más, como un par.


*Dr. Daniel López Rosetti - Jefe de Servicio de Medicina del Estrés del Hospital Municipal de San Isidro, Buenos Aires, Argentina. Comunicador y docente. Desde hace 18 años dicta el Curso de Medicina del Estrés y PNIE.