De Magela Demarco

Día del prematuro: un poema dedicado a ellos

La escritora y periodista escribió “Soy prematuro”. También le puso voz en un video con las ilustraciones de Caru Grossi.

Autor/a: Celina Abud

Desde el año 2009, cada 17 de noviembre se conmemora el Día del Prematuro, una fecha que pone de manifiesto la vulnerabilidad de los niños que nacen antes de término y la necesidad de ayudar a estos pequeños y a sus familias con acciones concretas.

Se considera prematuro a todos los bebés que nacen antes de la 37 semana de gestación. De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), 15 millones de pequeños nacen anualmente de forma prematura y 1 millón mueren por complicaciones asociadas a la prematurez.

Más del 75% de esas muertes podrían evitarse a través de prácticas como “madre canguro”, que estimula el contacto piel a piel de los recién nacidos con sus madres y padres y favorece la lactancia materna. Los abrazos piel a piel también pueden reducir en un 70% el riesgo de hipotermia y en un 65% las infecciones, y mejoran la calidad del sueño de los recién nacidos.

La escritora y periodista Magela Demarco, quien trabajó en IntraMed y hoy se dedica a la literatura infantil, escribió un poema en coincidencia con el Día del Prematuro. Su voz y sus versos son acompañados por las ilustraciones  de Caru Grossi. Aquí compartimos la poesía y las razones por las cuales la escribió.

 Soy prematuro 

Soy como un pajarito
muy pero muy chiquito
que se le rompió su huevito
 antes de tiempo.  

Y ahí nomás
tuve que salir al mundo               
pero yo necesitaba estar
¡un poco más adentro! 

Por algo los bebés
se la pasan nadando crol y espalda
nueve meses en la panza…

Y como yo asomé
 la cabeza mucho antes
me tienen que cuidar bastante. 

No puedo agarrar el bolso
e irme a casa con mamá y papá…
¡Ufa! ¡Ufa! ¡Y tres ufas más!

Para que las partes de mi cuerpo
puedan madurar
dentro de una incubadora
necesito estar. 

Pero lo que más necesito
es el amor de mi mamá.
Y por eso a la sala
en donde estoy, sí o sí,
la tienen que dejar entrar.

Necesito conocer su olor,
tanto como necesito del aire
para aprender a volar.
El contacto piel a piel
y que me mime mucho,
mucho ¡y más!
 
Y también preciso
de forma urgente
y primordial
conocer a mi papá
saber si huele a almendras
o a maracuyá. 

Eso sí, que venga bien afeitado
no vaya a ser que me deje
los cachetes colorados.

Y así, sabiendo que ellos están ahí,
de a poco me viene el sueño
y me puedo dormir.

Palabras de la autora


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