Ciclo de entrevistas “Invisibles”

Dr. Julio Cacchiarelli: “La medicina nos regala éxitos que nos satisfacen y fracasos de los que aprendemos”

Se decidió por Medicina General al ser una especialidad amplia con fuerte impronta social. Piensa que la práctica no debe perder el humanismo.

Autor/a: Celina Abud

Invisibles: No siempre el valor y la fama coinciden; ni los médicos más dedicados son los más visibles. Valoran el agradecimiento de quienes los necesitan más que algunos minutos en televisión. Forman parte de sus comunidades y están comprometidos con ellas. No tienen nada para vender; más bien comparten lo que tienen, lo que saben. Atienden en localidades remotas a familias humildes, no quieren dejar huérfana a ninguna enfermedad. Curan cuando se puede y cuidan siempre. Son aquellos que con los pies en el barro le dan sentido a una profesión milenaria. IntraMed quiere homenajearlos con este ciclo de entrevistas que se propone darles visibilidad a los “Invisibles”.


El doctor Julio Cacchiarelli no supo desde chico que quería ser médico. “A mí me interesaban las ciencias, como la Biología, pero hacia fines del secundario pensé que la medicina podría congeniar mis intereses con una profesión atractiva desde lo social”, indicó el profesional, que hoy ejerce como médico intensivista en Córdoba Capital.

Recién hacia finales de su carrera se decidió por Medicina General, por influencia de un amigo, quien le informó que esa rama era amplia. “Yo siempre veía a las especialidades como demasiado limitadas y me interesaban las más horizontales, entre ellas la terapia intensiva, que es como un generalista de la enfermedad crítica”, dijo.

El destino lo acercó a su tarea y también a la ruralidad. Tras terminar la carrera, tuvo que hacer el Servicio Militar Obligatorio. En ese año, se contactó con un amigo que fue a hacer la residencia de Medicina General en Zapala, Neuquén. “Allá la medicina general es muy diferente a lo que se conoce en ciudades más grandes, algo más similar a la medicina familiar. En esos entornos, se parece más a la medicina rural. Jamás me había imaginado ser médico generalista hasta que me empezaron a contar de qué se trataba”, dijo en una entrevista con IntraMed.

Ya decidido, trabajó en los hospitales de Zapala, El Huecú y Plottier, Neuquén, antes de volver a Córdoba. Hoy, si le preguntaran “¿quién es tu ejemplo de médico?”, Cacchiarelli contestaría “los colegas amigos que siguen en la trinchera de un hospital rural”, porque dque de todos ellos aprendió algo. Aquí, sus palabras.

Trayectoria hasta ejercer como médico rural. Antes de considerar ser médico general mi idea era hacer una residencia de Clínica Médica y algo más. Cuando volví del Servicio Militar rendí y me fue bien, pero tenía que tomar una decisión para ver si renunciaba e ir a rendir en Neuquén. Hice eso y salió bien. Empecé la residencia en Zapala y cuando terminé, acepté un cargo en la localidad de El Huecú, de 4.500 habitantes. Tras cuatro años allí volví a Zapala donde ejercí como  generalista y ayudé a residentes con tareas de docencia. Y me dediqué a Cuidados Paliativos, que era una necesidad en la comunidad. Nos formamos y creamos un equipo que tuvo muchos logros, como concientizar sobre la importancia de estos cuidados en materia de calidad de vida de los pacientes en su última etapa. Tras casarme y tener dos hijos. fui a Plottier, donde estuve 8 años y en 2013 por cuestiones familiares volví a Córdoba. Allí me dediqué a Terapia Intensiva, actividad que hasta hoy ejerzo y que atravesé durante la toda pandemia. Si bien en algunos aspectos Terapia Intensiva está en las antípodas de Cuidados Paliativos, no lo es tanto cuando tenés claro los objetivos y que de ambas especialidades se pueden obtener satisfacciones.

Dificultades o desafíos de atender en comunidades pequeñas o alejadas de los centros urbanos. Muchas veces había barreras geográficas, por la distancia o porque allá hay ganadería trashumante. Esto quiere decir que en invierno los pastores viven cerca de donde atendemos, pero en verano suben más alto en la cordillera, ya que por el deshielo aparece pasto nuevo. El sistema de salud se adapta a eso y hace las visitas de veranada. Visitamos puestos de cordillera desde la mañana temprano hasta tarde a la noche. Y cuando hay que derivar urgencias es estresante por la complejidad de los caminos, los traslados son en su mayoría terrestres y las distancias son grandes.

Anécdotas. Tengo muchas y de algunas no me enorgullezco, porque me serían difíciles repetirlas hoy. Por suerte, en ambos casos, todo salió bien, pero hoy no me hubiese arriesgado en pos de cumplir la voluntad de dos pacientes, que no quisieron ser derivadas desde su localidad. La primera era una embarazada primeriza con secuelas de raquitismo infantil que quería parir en su localidad en la que no había equipamientos para cesáreas. Su pelvis no había sido probada. Salió bien porque pudimos sacar al bebé con fórceps, pero hoy, a la distancia, veo que en Córdoba todo trabajo de parto se deriva, no así en Neuquén, por las dificultades de los caminos. El otro caso fue el de una abuelita que tuvo una fractura luxación del codo y le tuve que hacer la reducción porque no quiso ser trasladada.

Después fui testigo de los primeros casos de hantavirus en Neuquén, cuando fue la primera epidemia en el ’94 o ’95. En El Huecú se registraron el tercer y cuarto caso de la provincia. Tampoco faltaron las patologías raras, como un chico con la enfermedad de Kawasaki. Pero lo que más valoro de la experiencia fue la facilidad que me dio para fue poder comunicarme mejor con las familias y los pacientes.

Satisfacciones y recompensas. Son muchos los éxitos, no exclusivamente de uno, sino del equipo ampliado de salud. Tienen protagonismo grande los agentes sanitarios, que son parte de la comunidad y están formados para detectar embarazos precozmente, violencia, notar  cuando a algún chico le faltan las vacunas. Sería imposible trabajar y hacer bien las cosas como médico rural sin ese recurso. Y las satisfacciones son múltiples por las cosas que van bien. Como los diagnósticos oportunos, porque en el área  rural, cuando había que hacer los paps, solo disponíamos de un espéculo, una camilla y nos iluminábamos con el otoscopio o una linterna al no tener lámpara. Así dimos con casos que fueron derivados a un especialista y se evitaron cánceres avanzados de cuello de útero con tratamientos sencillos.

Creo que la medicina -al menos, como yo la veo- nos regala algunos éxitos con enormes satisfacciones junto con algunos fracasos, que nos enseñan siempre. Para muchos, hablar de éxito en Cuidados Paliativos sería impensable, pero tuvimos muchos, como el éxito de una familia que se sintió acompañada en el final de la vida de un ser querido, un paciente que dejó de tener dolor y falleció con una buena calidad de vida, el de los pacientes que han podido terminar su vida en sus casas y no internados en un hospital. Y en medicina crítica hay también muchos fracasos porque personas se mueren, pero también tenemos éxitos, como de pacientes que se recuperan y nos vienen a visitar para agradecernos.

Reflexión sobre la medicina en la actualidad. Me da miedo, porque veo en muchos médicos jóvenes poco interés por el paciente y mucho interés en protocolos o en la medicina basada en la evidencia, que si bien es una genialidad del epidemiólogo canadiense David Sackett, que dijo con total acierto que más de la mitad de las cosas que hacemos las hacemos por costumbre y no porque haya evidencia, tampoco hay que quitarle humanismo a la medicina, cierta flexibilidad y lo que tiene de arte. Claro que la medicina basada en la evidencia es una herramienta más, pero no de aplicación universal. En cuidados intensivos nos ayudó mucho, nos puede aclarar cosas, pero no es algo definitivo, porque está basada en estadísticas. Y para la estadística, si vos tenés cuatro autos y yo ninguno, los dos tenemos dos autos cada uno. Son números y no reflejan la realidad de un paciente concreto.

Pero lo que más miedo me da es que muchos médicos se reciben y no tienen interés en hacer medicina. Quieren aprender a poner un botox o un plasma rico en plaquetas (que no tiene nada de malo, más desde lo económico), pero pienso cuando veo poco interés en el paciente, qué me tocará a mi cuando sea viejito, que no falta tanto. Qué interés va a poner el profesional que me atienda en descubrir lo que me pasa y en querer ayudarme. Porque encuentro un médico recibido motivado cada cinco o seis que no parecen estarlo.

Las enseñanzas obtenidas para la relación médico-paciente. Valoro muchísimo mi etapa de médico rural, porque de ella aprendí no solo de medicina sino también de comunicación con el paciente. Algunas comunidades tenían sus costumbres idiomáticas y formas de expresarse diferentes a las de las grandes ciudades, por lo que había que traducir el dialecto médico al entendimiento de la gente y hacer psicoeducación para la salud de una manera comprensible para que los pacientes pudieran adherir a los tratamientos. Aún hoy noto que a colegas que hacen UTI le cuestan la comunicación con los pacientes y sus familias. Yo en eso veo los frutos que me dejó la medicina rural, porque aprendí a hacer feedback para ver si comprendieron lo que quise decirles. Incluso me manejo mejor con los pacientes conflictivos, ya que en el pasado traté a personas con alcoholismo, problemáticas sociales de violencia o pacientes con tuberculosis a los que había que convencer de que llevaran un tratatamiento prolongado con efectos adversos. Uno aprende a negociar y a relacionarse distinto.


* Dr. Julio Cacchiarelli – Médico general e intensivista. Ejerció en la ciudad de Zapala y en localidades de El Huecú y Plottier (Neuquén). Hoy trabaja en Córdoba Capital.

 

IntraMed lo invita a ser parte
del ciclo INVISIBLES
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