La verdad y otras mentiras

Salir a pescar

El culto a los datos y la escasez de teorías.

El diagnóstico y el tratamiento médico son operaciones cognitivas que atraviesan varios niveles de la realidad. El conocimiento de un proceso molecular (por ejemplo: la inhibición de la recaptación de un neurotransmisor o de la síntesis de una proteína de un microorganismo) no bastan para explicar ni, por lo tanto, para entender la mejoría clínica del paciente. La explicación no es niveladora o reduccionista, sino estratificada, es decir, involucra a varios niveles de la realidad.
 
La medicina de nuestros días padece de exceso de datos y escasez de teorías. Esta inmadurez epistemológica procede de un crecimiento neoplásico de las posibilidades tecnológicas de producir información tanto como de la ingenua creencia en que su acumulación es la vía mediante la cual se arriba a un concepto o diagnóstico. Esto no sólo es falso, es peligroso e ignorante. Es falso ya que no hay datos capaces de crear un sistema de ideas que los articule sino que es éste el que los dota de significado. Es peligroso ya que para obtenerlos sometemos a los pacientes a procedimientos a veces riesgosos, a menudo costosos y siempre angustiantes. Es ignorante porque el supuesto desde el que parte es pueril y sin fundamento.

La llamada “investigación impulsada por datos” (data driven) es un retorno al empirismo más primitivo y un despilfarro de energía, dinero y padecimiento humano. Los datos son neutros -islas perdidas- sin una hipótesis previa que les otorgue sentido al confirmarla o refutarla. La dudosa tesis hegeliana de la transformación de la cantidad en cualidad no aplica en modo alguno para el procedimiento de diagnóstico médico. La acumulación ciega de datos siempre incomprendidos y a menudo triviales o insignificantes es una de las fuentes de error y de iatrogenia. Un procedimiento que casi siempre produce resultados sin relevancia clínica alguna. Un modo imprudente de encontrar hallazgos ajenos al cuadro clínico que alimentan una cadena de más y más procedimientos que sólo confirman lo insustancial de la actitud que los orienta.

El sistema solar sólo se hizo visible al telescopio de Galileo cuando su mente fue capaz de atribuir un significado a lo que veía. Los datos (trayectorias de desplazamiento de los planetas y del sol) dieron respuesta a las preguntas que él se había formulado ante las anomalías de la teoría anterior. De este modo la refutaron y confirmaron su hipótesis alternativa.

Cuando un médico o un investigador recopila datos sin una teoría que los organice se dice que ha “salido a pescar”. Pero ningún pescador es tan tonto como para navegar a ciegas y arrojar sus redes en ningún otro lugar más que allí donde sabe que habrá peces.

Daniel Flichtentre